Tengo muy buenas series a las que hacerles revisiones pero mejor hago una revisión de mi vida familiar que últimamente estoy desenredando para entender mejor porqué soy de una forma y no de otra.
Siempre voy diciendo de broma que mi familia está loca pero ya no estoy tan segura de que el tema se pueda tratar como un chiste. Lo chistoso es que siempre lo tuve en las narices y hasta ahora me doy cuenta. Es decir, no es normal que alguien rompa platos y volquee la caneca de la basura porque se quemó una comida o por cualquier error mínimo.
No es normal tampoco que alguien gaste más de lo que gana en cosas que no necesita y actúe como comprador y mentiroso compulsivo. Pero ¿cómo decirle la verdad a una persona con problemas de control de la ira?
No es la primera vez que pasa ni será la última pero por imposible que parezca, una charla después de la pelea, el llanto, los platos rotos recogidos, es lo mejor que se puede hacer y con una aromática y mucha paciencia alguien dice: "es que no lo puedo controlar, la sangre se me sube a la cabeza y me vuelvo una bestia, no veo nada... y no sólo me pasa cuando otros hacen algo mal sino cuando yo hago algo mal, quisiera golpearme"
Tenemos los problemas o las soluciones en la cara y no las vemos, ni siquiera las buscamos. En su lugar, juzgamos. Pero si miramos a los ojos y escuchamos al otro, vamos a ver el miedo de una vida que se acaba sin dejar nada, la soledad interna aunque haya alguien al lado las 24 horas del día, la frustración de hijos y parejas indiferentes y la nostalgia de estar tan lejos de los lugares donde pasamos los mejores años de la vida. Es realmente conmovedor cuando se logra esa conexión en la que casi se vive la alegría y el dolor del otro, es algo de lo que no hay vuelta atrás.
Me he sentido terrible en muchas ocasiones por no saber qué hacer cuando esto ocurre pero esta vez es diferente, me siento tranquila porque al menos sé cuál es el problema y se le puede buscar solución.
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